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Carlos Manrique, el peruano detrás de CLAE, una de las estafas piramidales «más emblemáticas» de América Latina

Carlos Manrique fue capturado en Miami en 1994 y extraditado a Perú en 1995.

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Toparse con alguien que pudo desaparecer tus ahorros en los años 90 no es sinónimo de buena suerte. Pero yo sí me sentí afortunada esa tarde de invierno en Lima en la que me encontré con Carlos Manrique, el hombre sentenciado por lo que los medios llamaron «la mayor estafa financiera en la historia de Perú».

En 1994, después de aquel fraude, Manrique pasó a la clandestinidad, salió del país y se convirtió en el peruano «más buscado».

Las autoridades pidieron su captura a la Interpol y fue detenido saliendo de un banco en el acomodado barrio de Brickell, en Miami, en noviembre de 1994, tras una operación policial llamada «Caribe». En 1995 fue extraditado a Perú, donde cumplió parte de una pena de ocho años de prisión por estafa y delitos financieros, y salió libre en 2001. Volvió a la cárcel en 2008 y en 2011, otra vez acusado de estafa, aunque por periodos más cortos.

Desde que cumplió su última condena, asegura que trabaja de manera independiente y frecuenta algunos restaurantes discretos del centro de Lima, como aquel en el que me lo encontré después de haber estado buscándolo varios días. Quería pedirle una entrevista.

«¡Devuelve la plata!»

Mientras esperaba a que saliera del restaurante, un barrendero le gritó desde afuera «¡Carlitos, devuelve la plata!», pese a que la gente sabe que ya no devolverá nada.

Ya no puede reembolsar los ahorros que le entregaron casi 250.000 peruanos desde los años 80 hasta inicios de los 90.

Manrique, ahora de 85 años, les pagaba altos intereses por sus depósitos a través de su empresa, el «Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial», más conocido como CLAE.

Algunos clientes se beneficiaron de estas utilidades, aunque la informalidad de la empresa no permitió que se supiera cuántos.

Pero sí sé que que mi papá fue uno de ellos, por ejemplo. Él me cuenta que pudo comprar un par de electrodomésticos de la casa gracias a las rentas de CLAE, pero que sacó sus ahorros a tiempo porque ya había «rumores» de que algo saldría mal.

En cambio, según me dice, mi abuelo materno perdió la plata que había depositado cuando las autoridades intervinieron y cerraron CLAE entre 1993 y 1994.

Mi abuelo fue solo uno de los miles de personas perdieron sus ahorros, y la gente todavía recuerda el desastre. Así como se acuerda el barrendero.

Manrique ignoró lo que le gritaban y cerca de una hora después salió del restaurante.

Me acerqué a pedirle la entrevista, aceptó, pero no me dijo para cuándo.

De hecho, la suerte de encontrármelo tardó en dar resultados: me tomó más de cuatro meses conseguir que hablara conmigo en persona.

Al final nos reunimos tres veces. En todas negó haber engañado a sus ahorristas.

-Fuente BBC

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